dissabte, d’octubre 13, 2007

Excited [ik’sait], verbo transitivo.

Con el pegamento en una mano y la botella de agua en la otra, una es posible que se equivoque. Llegada la treintena y sin un pasado elevado, sin un presente loable, con un futuro incierto, todavía. Sin duda ha llegado la hora de hacer algo, hacer todo aquello que no hice. Llegó la hora de huir definitivamente. Las opciones para una cobarde como yo son pocas. Pensar en no pensar en sólo soñar. Se acabó. Si la vida es sueño y no pesadilla depende de uno mismo. Crear el camino. Parece que ha vuelto a bifurcarse. Uno sigue recto, es el mismo que estoy pisando. Se ve a lo lejos como desaparece. Se hace cada vez más fino hasta juntarse en un mismo punto y desaparecer ahogado en la eternidad. El otro camino está a un lado. Y cae hacia abajo. No se ve nada de lo que puede haber en ese espacio.
Vas caminando y no haces más que pensar en ese camino hacia esa nada que podría ser todo. Pero no parece que llegue nunca. Puedes empezar a correr porque es tu salvación. El impulso da miedo. A pesar que no hay nada que desees más. De repente ya estas a un paso. ¿Qué haces?, ¿Saltas? Sí lo voy a hacer. Sin embargo una mano grande, enorme te empuja a el. Empiezas a caer. El vacío te envuelve casi como si fueras a nacer.
Claro que no pasa nada, tu vida sigue igual. Sólo ha cambiado que no tienes que madrugar y mucho tiempo libre. Tal vez demasiado tiempo libre y sabes que lo tienes que rellenar. No solo eso si no que además esta oportunidad no la puedes desperdiciar y tienes que aprovechar todo ese tiempo libre que te han regalado. Da miedo. Tanto miedo que, claro, te tienes que dar unas vacaciones.
Quedan fines de semana de gamberras sensaciones. Quieres ser mala pero no hay nadie que lo aguante. Sabes que el amor no existe, que no está hecho para ti. Curvas la espalda pensando en fines de semana que se alojan vacíos y sin ganas.
Grandes pinceladas se mezclan en la tela oscura. Busca un camino, busca una ilusión. Hoy estoy dramática. Necesito la soledad pero espero una llamada. Quiero ver como entran en mi pecho y me arrancan el corazón. Lo estrujan en sus manos y luego lo tiran. Yo lo cogeré, lo limpiaré y lo volveré a poner en su sitio. Porque ya no me duele nada, ya no me importas nada. Sólo veo espacios que deben ser borrados, quedan feos y a la gente no le agrada. Las palabras se repiten en el aburrimiento de la vida. Yo debo esforzarme un poco más o mucho más. Volverá la conexión algún día, sabes que siempre está fallando. Podría ser que otra persona te la quite. Animales de manchas negras se tapan un ojo para salvar tu mente. Dales la señal con letras negras y fondos luminosos. Les gusta, te miran y lloran. Esas lágrimas limpiaran las impurezas. Hoy no me importa nada porque he vuelto a defraudarme. Sigo siendo la misma niña asustadiza que para las ideas en su cabeza. Miras los gestos, esos movimientos que hablan por si solos. Dicen verdades, son más sinceros que ese viento caliente que silba por el hueco húmedo de sus gargantas. Muchas veces pienso que no volverás a mirarme, que ya me has olvidado, que ya no te importo. Que no le importo a nadie. Que nadie me interesa. Que estoy perdida en mi misma y deseo salir por el hueco del ascensor. Subiendo por cables negros, el peligro está en cualquier momento. Todo se puede poner en movimiento en cuanto aprieten el botón. Mi corazón late deprisa. Es mi cuerpo el que no responde a la urgencia. Me paro observándote mientras intento subir por los cables negros.
Hombres y mujeres se unen en la misma canción pero el ritmo intenta separarlos. Lo peor de todo es que lo conseguimos. Es el miedo, siempre es el. La debilidad nos para en seco. Cogemos la guitarra. Golpeamos los cables metálicos hasta romperlos. Y yo no quiero parar de rasgarlos. La eterna música que mueve nuestro cerebro de un lado a otro ladeándose cada vez más. Extrañas letras entran por nuestros oídos y salen vacías por el que nos queda. Volcamos un espumoso y denso líquido rosa para unirlo con chocolate. Todavía recuerdo tu sonrisa, todavía tengo tu mirada pegada a mi piel. Por eso la rasco, tal vez si pudiera quitármela podría seguir con mi vida.
Levanto la cabeza. Te veo desnudo y duro. Cae la toalla blanca en tu mano pequeña. No entiendo por qué estas avergonzado. No puedo comprender como esa fuerza se vuelve debilidad en algunos momentos. Olvidaba que eras como el resto de los mortales. Palabras diminutas que se vuelven contra mí. Eres perfecto y no lo sabías. Que necesidad tienes de que te lo diga, ¿de verdad lo necesitas? Entonces es posible que no seas tan fuerte como presumes. Todos necesitamos que nos alaben. Es posible. Yo me conformo con que estés conmigo. Es suficiente halago para mi. Quiero enmarcar esa sonrisa para que nadie pueda quitármela, ni siquiera tu. No se si son campanas lo que suena en la lejanía, ¿las escuchas? No claro como vas a oírlas. Debe serlo porque lo conseguiste, te llevaste lo que más anhelaba. Era madera deteriorada, el papel se caía cada dos por tres. No parecía sujetarse nunca. Lo cierto es que nunca le pusimos unos buenos anclajes. No hubo tiempo. Debiste dejarme al menos tu sonrisa. Iría a verla de vez en cuando. Agacho la cabeza y miro mi ombligo.
Estoy acabada, hoy estoy acabada. Nadie lo sabe. Nadie quiere saberlo. Ni siquiera tu lector. La radio suena en mi cabeza para pintar palabras en colores luz. Que puedo decir sin decir nada, sin herirte. Por favor piensa tu por mi es mucho mejor así. Los secretos quedan guardados para momentos granates bajo el cielo apagado. Vuelve la cabeza. Hay alguien ahí, a tu lado. Siempre hay alguien esperándote. No lo ves pero está ahí. Te lo digo yo que estoy aquí sola esperándote. Si no vienes al menos envuelve tu risita y envíamela lo antes posible. Correo urgente lo llaman. Se busca: dientes limpios encajados en encías rosas, a ser posible alineados y bien visibles. Puedes envolverlos en mullidas tiras de carne viva. Se me ocurre mejor quedar para otra ocasión.

Excited [ik’sait], verbo transitivo. Excitar, poner nervioso, entusiasmar, emocionar, provocar, suscitar.