Cuando no son tus fotos, son sus tenues recuerdos en mi cabeza. Tu voz y tu mirada, la fortaleza que destilas al hablar, entre la timidez aparente. La pasión por tus cosas, por tu gente, la curiosidad. Quiero ver todo eso en tus ojos. Quiero más.
Y me he sorprendido en la cocina, con las manos entre harina y canela, ilusión, alegría, sonrisas serenas y azúcar, paciencia y frutas a láminas. Mi delantal para las ocasiones especiales, aunque esté solo en casa. Lucie Silvas de fondo, abrazando. Sin quererlo, Isabel Allende me vino a la cabeza, y me he dado cuenta de por qué estaba mimando tanto un bizcocho.
¿Sabes? creo que me gustaría compartirlo contigo. Un café amargo, tu compañía, y el sol entrando como ahora. La casa huele a recien hecha. Tiempo por delante y mil temas de los que hablar. Trae tu suavidad, tus pestañas, tu violín y una tableta de chocolate.
Y te prometo una cosa. Me podrás preguntar todas las veces que quieras. Y siempre será así.
¿Te guardo un trocito?
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