dijous, d’abril 27, 2006

Gris y Azul

Con el pijama puesto y la cena al fuego recibí una invitación para dar un paseo por la playa, una noche de lunes cualquiera. Como le he tomado el gusto a esto de las improvisaciones, me lo pensé... ¿dos segundos? antes de aceptar la propuesta. Tanto el paseo en sí como la compañía eran motivos de peso para que me vistiese de nuevo y saliese de casa una noche de viento.

Hay lugares a los que nunca te cansas de ir. A pesar de los años, a pesar de haber descubierto unos cuantos rincones más en los que perderte, hay sitios a los que sigues siendo fiel, a los que te une algo especial. Esa noche yo me encontraba, de nuevo, en uno de ellos, compartiendo brisa y tertulia.

Aunque al principio el pelo me golpeaba continuamente la cara, enseguida el viento nos dio tregua, dejando una noche perfecta para tratados sobre técnicas de nado, narices y kandoo’s (esto último no lo voy a explicar, queda entre mi interlocutor y yo ;-). Las trivialidades, a medida que la noche avanzaba, dejaron paso a sueños, principios, situaciones vividas, puntos en común....ver y dejarse ver no siempre es fácil, pero percibí un clima de confianza por ambas partes.

Se terció dormir escuchando el mar. Es curioso que, después de cientos de días y noches pasados en esa playa, la playa que me ha visto crecer, nunca había tenido la oportunidad de dormirme a merced de sus olas. Esa noche la tuve. Y también tuve el privilegio de contemplar un precioso amanecer gris y azul, sola, frente al mar, con la brisa acariciando mi rostro a las 7 de la mañana de un martes cualquiera. Magníficos momentos de calidad. Gracias por la improvisación.

1 comentari:

Hèctor ha dit...

Gràcies per compartir-ho.. casualitats de la vida, mentre ho llegia, estava sonant aquesta cançó. I saps? entenc perfectament la teua sensació... llarga vida a la vida, Uki...

besadetes,
Hèctor

MAR ANTIGUO

Dejé la estepa
cansado y aturdido;
pasto de la ansiedad
no hay otros mundos
pero si hay otros ojos,
aguas tranquilas,
en las que fondear.

Mar antiguo, madre salvaje,
de abrigo incierto que acuna el olivar.

Muge mi alma, confusa y triste;
ojos azules en los que naufragar.

Te he echado tanto de menos
patria pequeña y fugaz;
que al llegar cruel del norte el huracán
no se apague en tu puerto el hogar.

Mar antiguo, madre salvaje,
en tus orillas de rodillas rezaré.

Tierra absurda que me hizo absurdo,
nostalgia de un futuro azul en el que anclar.

Triste y cansado, con los viejos amigos
el vino y el cantar;
mientras quede un olivo en el olivar
y una vela latina en el mar.

Viejos dioses olvidados
mantenednos libres de todo mal.

Mar antiguo, dios salvaje
de la encina y del gris olivar.