divendres, de juliol 14, 2006

El sol de Ibiza

El sol de Ibiza hoy no brilla en mi ventana.
Y no lo puedo soportar.
Esa luz caída penetraba en mi habitación quemando mi cuerpo, inundando mis sueños. Hacía que miles de peces naranjas dieran vueltas sin parar en mi estomago cerrado, para no dejarlos escapar.

El sol de Ibiza ya no brilla en mi ventana.
De tanto correr se apagó la luz.
Por muy temprano que me levante no utilizo el músculo adecuado. Ni la brisa matutina despierta mi cabeza, que prefiere estar dormida envuelta en imágenes de picos ardientes, aguas tranquilas, cosquillas en la punta del gordo dedo derecho.

El sol de Ibiza se desploma en mi ventana.
Y lo que más deseo: volver a cobrar ese peaje. Aunque hay muchas carreteras más sólo esta quiero transitar. Pues está llena de dulces montañas, con elevadas curvas y sonrisas de gato al anochecer.

Es el humo y el calor los que nublan mi mente de recuerdos de una noche de brillos fugaces.
Lástima que la lejanía no me permita ver el final de la larga caravana que hay entre el sol de Ibiza y mis pies.

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