dijous, de novembre 16, 2006

Nunca sabrás...

Hoy he llegado y ya no estás. Echo de menos cuando me esperabas, sabías a que hora llegaba y te mantenías cerca de la zona por donde aparecería. Me encantaba acercarme y verte a lo lejos….. sentía algo así como un respiro…. Sabía que las cosas serían más fáciles si tú estabas allí.

Recuerdo los primeros días, cómo te fuiste acercando a mí, cómo siempre estabas observándome de lejos, preparado por si necesitaba algo, recuerdo las noches, los largos ratos compartidos esperando solucionar esos problemas cotidianos. Poco a poco, sin yo darme cuenta fuiste acortando las distancias.

Recuerdo el primer piropo, nunca me habían dicho algo con tanta educación:” tienes un coche precioso, pero que menos para una mujer cómo tú” , me quedé parada, te sonreí, te mire a los ojos y te di las gracias.

Hiciste cortas las distancias y entraste en mi vida, en mi mundo…los días tenían otro sentido cuando tú me empujabas a ser fuerte… llegaba y mirandome de arriba a bajo me decías lo guapa que estaba, lo bien que me sentaba ese vestido o el color elegido. Después entraste en mi, sin molestar como todo lo que hacías o decías. Un día te acercaste y observando esa tristeza que a veces me atenaza, me dijiste que no podía andar así, que el mundo no se podía perder mi sonrisa, que tú confiabas en mí y sabías que iba a poder con ese día y con los siguientes. Lo nuestro se convirtió en un rito, mi llegada, tus miradas, mis sonrisas, tus palabras. Recordabas cuando iba al teatro, al cine, a un concierto y siempre preguntabas si me gustó, como lo pasé.

Recuerdo uno de esos días tristes, me dejaste una nota con tu número de móvil con la advertencia que para mi estaba disponible las 24 horas, y palabras textuales “ si alguien te molesta, cualquier tío, tu ex….. dímelo y yo me encargo”, no se que me hizo sentir más feliz si tus palabras o las risas compartidas.

Cuando me dijiste que te ibas, a buscar fortuna en otro país, cuando me contabas que tu vida no era esa, que era consecuencias de mala suerte, nunca pensé que te echaría de menos, no era consciente que me viciaste con esos empujones vitales de buena mañana, con esa pequeña adoración que me trasmitías.

Ahora que te echo de menos, ahora que ya no me espera en la madrugada el cálido aliento de tu vino de caja, ahora que tu barba rizada de años de intemperie y tu ropa de ningún color y de todos a un tiempo ya no me indica el lugar de aparcamiento, sé que es mejor que te marcharas….. ibas sumando puntos como hombre perfecto, lo nuestro iba a más, la situación propiciaba alguna toma de decisión….. y yo aparte de dejarme querer y darte las llaves para que aparcaras mi coche no estaba preparada para cambiar mi vida.