dissabte, de maig 13, 2006

Apostando al rojo

En una semana más bien insulsa, un par de pequeños detalles me han hecho reflexionar sobre un tema recurrente: el riesgo. No es que haya dejado a un lado mi fobia a las alturas y me haya vuelto loca apuntándome a un curso de paracaidismo en busca de emociones fuertes. Me refiero a esos riesgos, a veces grandes, a veces pequeños, que decidimos (o no) correr a lo largo de nuestra vida.

¿Cuántas veces os habéis hecho esa pregunta de “Y si hubiese... “? Haciendo balance, me doy cuenta que, en mi caso, la pregunta casi siempre ha sido “Y si no hubiese...?” Estoy segura que mucha gente me ha tildado de osada, de impulsiva, de no calibrar las consecuencias de mis actos. Sin embargo, creo que a lo largo de mi vida he meditado mucho cada paso dado y, aunque no siempre hayan sido acertadas, he intentado ser consecuente con mis decisiones.

Ayer, durante la lectura de una entrevista realizada a una conocida actriz, no pude evitar sentirme identificada. En ella, dicha actriz afirmaba que “quien corre riesgos, consigue cosas”. Esa ha sido siempre mi premisa a la hora de mover ficha, de avanzar. Quien no arriesga, no gana. Quizás sea por mi carácter inquieto, por mi actitud inconformista, porque soy una buscadora de sensaciones como me han calificado esta semana... pero una y mil veces preferiré, llegado el caso, arrepentirme de algo que hice que de algo que nunca llegué a hacer.

Respeto, pero no logro comprender a aquellas personas que no dejan de lamentarse sin hacer nada por remediarlo, por cambiar las cosas... simple y llanamente porque no son capaces de arriesgarse, porque el miedo les paraliza, o porque hacen del más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer su bandera. ¿Cómo es posible dejar pasar tu vida siendo un mero espectador de la misma, dejarla pasar sin vivirla?

Soy consciente que asumir riesgos no es fácil. Requiere mucha entereza, decisión y, sobre todo, sinceridad con uno mismo. Los miedos, las inseguridades, siempre nos van a acompañar, y nunca hay garantías de que las cosas vayan a salir como tú esperas. Aún así, nunca dejaré de apostar por algo o alguien que me merezca la pena. Incluso si fracaso, una vez más, me habré probado a mí misma.

1 comentari:

Hèctor ha dit...

És el que jo he dit sempre.

D'alguna manera, el que no es pot admetre és saber-se en una via morta i no fer res.

Si n'ets conscient d'una situacíó així, aleshores executar les accions conseqüents és ja una qüestió de gestionar les pors al canvi.

Ara per ara, mai no m'he vist al cas, però el que m'espanta és pensar que mai no em puga trobar en una situació de saber-me en via morta i no poder canviar-ho.

Perquè aleshores? em sabria mort en vida. Va com va. De moment em puc permetre el luxe de reinventar-me.

I entre estar en un iot sobre una rambla seca, o a sobre d'un kaiak en un riu de muntanya? No hi ha color, la meua opció és ben clara.

Optaré per estar viu.

Quina és la vostra?

Salut,